Y así empiezo mi cuarto cigarrillo, con una casa solo conmigo y millones de anécdotas, algunas de las cuales son mejores no mencionar. Aún teniendo la casa para mí sola no siento soledad por varios motivos, el más importante es por la cantidad de vida que sentí que había en esta casa, la cual habité por 10 años, cuando conseguí hacer girar la llave por esas cerraduras que tan gastadas están. Millones de recuerdos se me vienen a la cabeza, tanto felices como tristísimos, pero hasta en los momentos tristes encuentro algún momento que merece ser enmarcado. Todavía no puedo creer que puede ser una de las últimas veces que pueda apreciar MI HOGAR sin ser invadida por personas que no sentirían ni un décimo de la alegría que siento yo cuando la piso, ya que ellos la ven como una simple adquisición, en cambio, yo la veo como mi primer hogar, donde me crié con una familia unida, disfuncional como todas, pero familia al fin, como la construcción que nunca acababa, siempre le hacíamos alguna que otra remodelación para que al fin quede tan hermosa como se ve ahora.
Mientras enciendo mi quinto pucho innumerables lágrimas corren mi maquillaje que estaba intacto para ir al cumpleaños de mi amigo, que dulce y amargo que es estar acá, debe ser hasta ahora el único lugar donde se siente esta paz y la bronca de no haberme dado cuenta antes me domina, ¿Cómo pude desperdiciar tanto tiempo cuando vivía acá sin apreciar esto? Ahora sí le doy la razón a mi hermano cuando me decía 'Arita, te vas a arrepentir de quererte ir a vivir a Capital', Emi, tenías toda la razón.
Y termino acá por que no doy más y este rimmel corrido no se va a arreglar solo. Gracias Campos de Roca por brindarme mi primer hogar, mi primer lugar en el mundo, ojalá el día de mañana pueda brindarle un hogar así a mis hijos y enseñarles a vivir disfrutando de esta paz y tranquilidad.
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